El análisis de
Monster Hunter World para PS4 y Xbox One nos convierte en exploradores de un
nuevo mundo, en que tendremos que cazar criaturas monstruosas y recoger
recursos, con la ayuda de jugadores de todo el mundo. La saga de Capcom nunca
había lucido ta grande y espectacular.
Monster Hunter World supone un paso de gigante para la saga de Capcom.
Este "dinosaurio" se ha desenvuelto mucho mejor en el territorio de
las portátiles (arrancó en PSP y las dos últimas entregas han sido exclusivas
de Nintendo 3DS), pero ha llegado el momento de volver a las consolas de
sobremesa: PlayStation 4 y Xbox One. Para
ello, en lugar de apostar por llamar al juego Monster Hunter
5, lo han bautizado como MH World. Y no hay pocos
motivos.
En declaraciones de sus creadores el título responde a que, por primera vez, podremos compartir nuestra partida con jugadores de todo el mundo (en grupos de cuatro cazadores). Además, es una entrega dirigida a todo tipo de usuarios, tanto los veteranos -que incluso pueden optar por el esquema clásico de control- como los recién llegados, que se van a encontrar con un desarrollo más asequible... ojo, que en ningún momento decimos que sea fácil. Pero sobre todo World responde al entorno en que se desarrolla el juego: un nuevo continente, con nuevas criaturas y unos niveles de naturaleza sobrecogedora: el Bosque primigenio, el desértico Yermo de Agujas, cuevas, desfiladeros o los altiplanos coralinos, que tendremos que recorrer en busca de presas.
En cuanto llegamos al Nuevo Mundo -en el arranque del juego- tenemos que crear un personaje con la ayuda de un completo editor. Tenemos muchas opciones, pero ya os advertimos de que lo que hará único al cazador es el equipo que iremos construyendo y mejorando más adelante. De inicio, sólo podemos cambiar su aspecto, escoger entre dos tipos de armadura y seleccionar a su camarada Felyne (un compañero gatuno que nos ayudará a seguir rastros, a combatir e incluso se encargará de curarnos). En lo que respecta a las armas, Monster Hunter World ofrece 14 tipos básicos. Desde un pesado, pero muy poderoso, martillo de guerra a los espadones de hueso, arcos y ballestas... el arma de un cazador es su "alma". Y claro, no hay una elección correcta: cada una de ellas tiene un gameplay determinado, y se adapta mejor a un tipo de monstruo.
Algunas armas nos permiten atacar a distancia, otras tienen escudo o golpean con más velocidad, pero sin causar tanto daño, y otras son capaces de cortar o romper partes de los monstruos. Y también nos encontramos con armas más originales: equipo transformable (hacha-espada) o el glaive, una lanza de hoja ancha, cuyos golpes se completan con los ataques de un "bicho" llamado kinsecto). Por supuesto, podemos escoger una favorita y desarrollar "afinidad" con ese arma, lo que va a mejorar nuestro rendimiento, con golpes críticos. En general, todo el arsenal tiene "personalidad" y se adapta a nuestra manera de jugar. Y claro, cuando jugamos en modo cooperativo, lo mejor es que los cazadores hagan su elección teniendo en cuenta el equipo de los demás.
Pero no nos precipitemos. Ya estamos equipados, acabamos de llegar al Nuevo Mundo y es el momento de ver qué se cuentan nuestros compañeros del gremio. La base de Monster Hunter World (Astera es el primer asentamiento del continente, pero no el único) es el lugar en que podemos comprar suministros, forjar -si disponemos de los materiales adecuados- o mejorar nuestras armas, comer en la cantina, cultivar... pero sobre todo es el lugar al que vamos para recibir nuevas misiones. Y esos encargos pueden ser misiones de recolección, seguir rastros, y sobre todo, cazar (o capturar) criaturas.
Una de las mejores sensaciones que transmite Monster Hunter World es la de descubrimiento de un mundo hostil y orgánico, con rincones rebosantes de belleza natural que contrastan con otros más oscuros y peligrosos. El equilibrio que encontramos en estos escenarios es el mismo que se puede encontrar en la jungla real. A medida que nos sumergimos en el territorio, unos insectos luminosos, como luciérnagas, llamados lafarillos nos van indicando los puntos de interés. Pueden ser materiales que recoger (plantas, telarañas, huesos o minerales) o pueden ser rastros de las criaturas. No hace falta detenerse para recoger todos estos objetos -otra novedad de esta entrega- sino que pronto nos acostumbramos a ir recolectando mientras caminamos.
La navegación por los entornos naturales es muy sencila: si
esprintamos, nuestro cazador trepa por las enredaderas, salta, se alancea en
lianas o se agacha para pasar por pequeños recovecos de forma automática. Sólo
hay que vigilar la barra de cansancio para no perder el resuello y no perder el
rastro del animal que perseguimos.
Cuando
hemos encontrado suficientes rastros de un "bicho" (pueden ser
pisadas, mucosas o restos de pelo) los lafarillos nos indicarán
automáticamente el camino hasta su localización. Y entonces es
cuando tendremos que poner a prueba nuestro talento. Cazar es mucho más que
acercarse a la criatura y liarse a golpes con ella (lo que acabará con nosotros
de vuelta en el campamento). Tenemos que estudiar el terreno y aprovecharlo,
como en las técnicas de caza primitivas.
Por si eso fuera poco, también tenemos la posibilidad de tender trampas, con cebo envenenado, explosivas, de resorte... Seguro que ya habéis adivinado que no se le puede sacar partido a Monster Hunter World jugando "a lo loco". Hay que ir exprimiendo poco a poco todas sus posibilidades, dedicándole tiempo a cada técnica y cada criatura (la duración del modo historia está por encima de las cuarenta horas) hasta que nos convirtamos en el depredador definitivo.
Si el desarrollo que os hemos presentado ya resulta atractivo por sí, la cosa mejora considerablemente en el modo multijugador cooperativo. Podemos encontrarnos con tres compañeros de cualquier parte del mundo en el campamento y afrontar juntos una misión, o acudir al rescate de algún cazador incauto, que lance una bengala para pedir socorro en medio de una cacería.
Si en cualquier juego cooperativo la coordinación entre los jugadores resulta una pieza clave, el hecho de que en Monster Hunter World cada uno pueda asumir diferentes roles (armas a distancia, trampas, ataques cuerpo a cuerpo rápidos o ataques contundentes) le añade una profundidad enorme.
La enorme cantidad de equipo disponible (que podemos mejorar en
la herrería) cobra así mucho más sentido: no hay dos cazadores iguales. Y por
otra parte se agradece que el modo multijugador y la campaña principal estén
unidos, sin necesidad de salir del juego para cambiar de modo. Eso sí, existen
determinadas misiones que tenemos que afrontar en solitario para seguir
avanzando.
Respecto al apartado técnico ya han pasado unos años desde el último Monster
Hunter que apareció en una consola de sobremesa (Monster Hunter 3 Ultimate
para Wii U) y la evolución se nota considerablemente: el mundo es más
orgánico y realista, con una iluminación muy natural (hay ciclo día/ noche) y
sobre todo una interacción mucho más fluida con el entorno.
Las animaciones no
son tan aparatosas como en los juegos anteriores, y podemos realizar gran parte
de las acciones en movimiento. Pero por encima de todo, destacan los monstruos.
Los modelos de los cazadores
también rayan a un buen nivel, aunque las expresiones faciales y animaciones
quedan lejos de lo que hemos visto, por ejemplo, en Horizon Zero Dawn. Aún así
el motor interno desarrollado por Capcom, el MT Framework (que utilizaban
Resident Evil 6 o Dragon´s Dogma) sigue dando unos estupendos resultados.
En definitiva Monster Hunter World nos ha cautivado. Es la entrega que cualquier fan de los MH habría soñado (aunque siempre los habrá que se quejen porque se ha simplificado un poco la gestión de objetos) y que desde luego, saca partido al hardware actual; la versión de PS4 PRO, que es la que hemos probado, permite elegir entre aumentar resolución, tasa de FPS o modo gráfico. Es un juego muy entretenido, con infinidad de posibilidades y que recompensa todo el tiempo que invertimos en él. Y su modo multijugador se destapa como uno de los mejores cooperativos online.
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